viernes, 20 de noviembre de 2020

Molinos de Rabanal y Cascada del Pimpanón. ( Valle de Laciana)

Colarte en un Cuento de los Hermanos Grimm, no es algo que se haga todos los días, tampoco algo que se busque o que se pueda predecir, simplemente sin esperarlo tienes la suerte de adentrarte en un bosque cada vez más oscuro y exuberante, con torrentes, musgos y helechos por doquier y antiguas construcciones abandonadas de una época, que sigue a día de hoy muy presente en las gentes de estas tierras. 

¡Os invito a viajar en el tiempo y conocer los molinos de Rabanal y la bellísima cascada del Pimpanón! 

Cascada del Pimpanón

La Reserva de la Biosfera de Laciana era una gran desconocida para mí, hasta que tuve la suerte de pasar unos días conociéndola de la forma mas disfrutona para mí...caminando. Ni en mis mejores sueños pude imaginar los bosques que este lugar albergaba, valles y sierras cubiertos de vegetación, montañas y mas montañas tapizadas de bosques mixtos por doquier, cascadas, pozas  y saltos de agua perfilados de musgos y líquenes...¡Una maravilla!


La ruta que os propongo es bellísima, nosotros la realizamos en verano y fue alucinante, imagino por tanto que en otoño tiene que ser aún mas bonita. En esta ruta conoceremos varios molinos harineros que aún conservan gran parte de la maquinaria original, disfrutaréis de varios saltos de agua  y una gran cascada: El Pimpanón, que se derrama sobre la roca oscura de estos ríos cubiertos de vegetación, creando una imagen difícil de olvidar.

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VALLE DE LACIANA

El lugar en el que se ubica esta ruta es en La Reserva de la Biosfera de Laciana que está situada en la cabecera del río Sil, en la Cordillera Cantábrica, al norte de la provincia de León. Pertenece a la comarca de los Cuatro Valles,  encontrándose en su totalidad dentro del término municipal de Villablino, municipio de tradición minera que ha diversificado su economía hacia el turismo y que esconde en su término municipal multitud de lugares para conocer la naturaleza en estado puro.

El Valle de Laciana, se encuentra también dentro del Espacio Natural de la Sierra de Ancares y de la Red Natura 2000, como Lugar de Importancia Comunitaria(LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) "Alto Sil". Debido a la presencia de importantes poblaciones de oso pardo y urugallo cantábrico, también se encuentra dentro del Plan de Recuperación de estas dos especies.

Características de la ruta Molinos de Rabanal y Cascada del Pimpanón. ( Valle de Laciana)

Espacio natural: Reserva de la biosfera de Laciana
Localización: Rabanal de Arriba, pedanía de Villablino (León)
Longitud: 4,3 km (ida y vuelta)
Tipo de ruta: Lineal
Desnivel: 165 m
Recomendaciones: Gorra, protector solar, agua, comida, calzado con suela de agarre, vestimenta dependiendo de la época en la que realices la ruta, imprescindible cortavientos etc.


Cómo llegar al inicio de la ruta Molinos de Rabanal y Cascada del Pimpanón. ( Valle de Laciana)

La ruta comienza en el municipio de Rabanal de Arriba, pedanía de Villablino. Dejaremos el coche en la entrada del municipio y lo atravesaremos caminando, tomando la calle principal sin desviarnos,  hasta que lleguemos a una zona de huertos, ahí será donde comience la ruta.

 

Descripción de la ruta Molinos de Rabanal y Cascada del Pimpanón. ( Valle de Laciana)

Atravesamos Rabanal de Arriba por la Calle Larga, esta pedanía de Villablino con 33 habitantes es  y salimos por una calle que nos conduce hacia una zona de huertos.

La pista cementada se transforma en un camino de tierra circundado por helechos y robles.

A la derecha queda el embalse de las Rozas y una valla muy artesanal, no será la única valla que veamos de este tipo en el recorrido. 
Llegaremos a un cruce, tendremos que tomar el de la derecha

Continuaremos en ascenso 
Vemos Rabanal de Abajo a la derecha.
Seguiremos en dirección a la ruta del Nevadín, que queda pendiente para otra ocasión..
Si nos fijamos veremos las señales que nos indican que vamos hacia los molinos.


Algunos tramos de la ruta, tras las lluvias están algo embarrados, por las lluvias y porque son frecuentados por jóvenes en motos de campo,  que van destrozando el sendero a su paso, os lo decimos por experiencia.
 ¡Increíble pero cierto!

En el lado derecho del camino, vamos acompañados por muretes de piedra añosos, en los que viven una gran comunidad de musgos y líquenes, son un pequeño bosque en miniatura.

De pronto...¡Un clavelillo lampiño!.
El valle se va cerrando cada vez mas.
A lo lejos volvemos a ver el embalse de las Rozas y la pedanía de Rabanal de Abajo.
Un bosque de abedul, sauce, aliso, arce, roble, mostajo, avellano, acebo, enebro, brezo o arándano entre otras especies, el bosque atlántico que cubre todo lo que abarca nuestra vista.

Abedules enmarcan nuestra visión. 

A la derecha vemos el desvío que nos indica la dirección a tomar hacia la Cascada del Pimpanon, nosotros decidimos seguir para ver los molinos y a la vuelta disfrutarla sin prisas.

A nuestra izquierda aparece de la tierra, un chorrito que hace las veces de fuente, casi camuflada.

Arroyo del Cubachil y sus Molinos 

Al llegar a un puente sobre el arroyo del Cubachil, la ruta continua hacia el Nevadín y también hacia brañas ganaderas. Nosotros decidimos darnos la vuelta en este lugar y curiosear los molinos y conocer la cascada del Pimpanón sin prisas.

El arroyo es una belleza por si mismo.


Según la Tesis Doctoral "INVENTARIO DE LOS MOLINOS DE LA PROVINCIA DE LEÓN EN EL CATASTRO DE ENSENADA Y EN LOS DICCIONARIOS DE MIÑANO Y MADOZ", publicada en 2016 por Pablo Zapico Gutiérrez. "En la que se pretende obtener una imagen de la molinería leonesa en el período comprendido desde la elaboración del Catastro de Ensenada entre 1749 y 1756 hasta la publicación del Diccionario Geográfico Estadístico-Histórico de D. Pascual Madoz de 1845 a 1850" Unos cien años que recogen la primera transformación de España de una sociedad eminentemente rural en otra preindustrial". 
Aparecen mencionados  en el Catastro de Ensenada cuatro molinos harineros en la zona de Rabanal de Arriba. El primero se le adjudica a Francisco Gancedo y a francisco González, el segundo a José Rosón y a Francisco Rodríguez y el tercero y el cuarto a Juan Rosón. Todos ellos molían Centeno. 

En la ruta tan sólo pudimos ver tres de estos cuatro molinos, desconocemos el paradero del cuarto y a qué propietario pertenecería cada uno hace mas de 200 años. 



¿Cómo se realizaba la molienda en este tipo de molinos?

Normalmente, cuando la propiedad del molino era compartida  como en el caso de algunos de estos molinos), ésta se disfrutaba en proindiviso. El turno u orden en el trabajo se denominó de muchas formas. Existía un complejo sistema de gestión de la propiedad o multipropiedad de las nominadas “veces”, “veceras” o “vices”, también llamados “velías”, días, horas, “quiñones”, etc…, que eran los tiempos de utilización del molino a los que tenían derecho cada uno de ellos.66 Los propietarios de “veces” podían, sin aparentemente ninguna cortapisa, venderlas, arrendarlas, intercambiarlas o donarlas graciosamente. El derecho podía cederse, permutarse y raramente venderse, puesto que, por lo común, la cesión era gratuita. En los molinos de varios propietarios, los derechos de molienda se ejercían por velía ciertos días u horas, teniendo en cuenta el número de propietarios y la herencia. Su uso se distribuía por horas, días, semanas o meses. Una junta, o comisión de tres o cuatro vecinos, fijaba el turno de cada uno. El grupo de propietarios era el encargado del mantenimiento; la limpieza de la zaya; la reparación de instalaciones y el picado de las muelas. El mantenimiento del molino corría a cargo de los copropietarios, en proporción a la participación que tuvieran en él. En ocasiones, el mantenimiento se realizaba en “hacendera” por los propietarios, con lo que tenían obligación de aportar (directamente o por medio de terceros) mano de obra proporcionalmente a sus “veces”. 

La palabra maquila se empleaba ya en la Edad Media para designar la porción de grano, harina o aceite que cobraba el molinero por moler el trigo o la aceituna. 

En la zona del Bierzo, el recipiente de medida para calcular la maquila más habitual tenía una sola medida (un kilo), que era lo que se cobraba por cuartal de grano molido. Un cuartal equivale más o menos a 11 kilos.
El cobro de la maquila no se hacia delante del cliente, por lo que se prestaba a picarescas y habladurías, algunas veces recogidas por el cancionero popular. El cliente tenía por costumbre medir en su casa el grano antes de llevarlo al molino para estar seguro de la cantidad que llevaba, ya que solía desconfiar del molinero"


Justo al lado del puente, está el primer molino que veremos o el último, todo dependerá de como los queráis enumerar. Si nos acercamos y miramos en su interior, podremos ver la maquinaria de molienda.



Tras investigar el primer molino, desandamos unos metros y vemos a nuestra izquierda el segundo molino. Muy interesante la arquitectura de estos molinos en piedra pizarra. 

Dejamos atrás el segundo molino y  nos dispondremos a bajar a la Cascada del Pimpanón, por el estrecho sendero que dejamos a la ida.

No tardamos en quedarnos boquiabiertos ante lo que nos encontramos...el tercer molino y la exuberancia del río en todo su esplendor.


En su interior aún conserva la maquinaria.

Nos hemos colado en un cuento de los hermanos Grim


A partir de este molino, tendremos que volver a incorporarnos al camino y tomar un sendero que desciende río abajo. La baranda, como podéis ver en la imagen inferior es de ramas de árboles de la zona, seguramente de avellano. 

A partir de este momento el río se transforma en una sucesión de cascadas a cual mas bella, coronando en la cascada del Pimpanón, varios cientos de metros mas abajo.
Bellos abedules en las orillas del río.
Para ver la bellísima cascada del Pimpanón desde su base, el sendero adquiere una dificultad superior, y no es apto para niños, ni para personas que no estén acostumbradas a andar por el campo, pues se transita por una vereda muy escurridiza, con una caída al vacío de varios metros, con pasos falsos, donde bajo tus pies parece que hay tierra y sólo hay plantas y nada de tierra y puedes caer.

¡Muy peligroso este tramo!, sino estáis seguros mi recomendación es que os deis la vuelta sin dudarlo.

En la imagen inferior, lo que parece un plácido sendero entre la vegetación, en verdad es un sendero por el filo de un precipicio, que en el lado derecho está tapado por la vegetación. 

En la imagen inferior, podéis intentar intuir el sendero por las zonas en las que se ve que hay "escurriones",  de los que hemos osado bajar hasta aquí, pues en esta parte es una bajada prácticamente campo a través y agarrándote a los árboles para ir descendiendo como mejor se  pueda.
No sin esfuerzo y con miedo en algunas ocasiones llegamos a la cascada, un lugar extremadamente bello, donde paramos a descansar y a procesar todo lo visto en esta bonita ruta.,, y sobre todo lo que nos espera hasta que nos veamos otra vez en el tercer molino..
Sentir como te llega la brisa  la cara en un lugar así,  es uno de los grandes placeres de la vida.
Desde este punto el río se encajona en un barranco selvático .
Tras descansar en la cascada, desandamos nuestros pasos y nos disponemos a volver a Rabanal de Arriba, contentos por todo lo vivido y parándonos a mirar atrás cada cierto tiempo, por si se nos ha quedado algo sin grabar en la memoria para siempre.

Para finalizar esta crónica me quedo con la imagen inferior, para mí es muy significativa, pues  cuando íbamos de regreso, nos fuimos fijando en el entramado de acequias que hay en la zona, ya que en la mayor parte del camino íbamos acompañados de una de ellas, que en algunos tramos estaba colmatada y el agua se derramaba sobre el camino desviándose de su trayectoria, sin cumplir su cometido de riego de los huertos cercanos. Pues bien, estas señoras que como podéis ver, en la imagen,  iban cargadas con su hachuela a modo de bastón, se pusieron ante nuestro asombro a limpiar las acequias con suma maestría, despejándolas de barro y hojas en un santiamén, señoras octogenarias que siguen mimando y cuidando sus huertos, sus tradiciones, mientras parloteaban alegremente, el reflejo de la vida rural mas pura.


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